El diplomático, ex ministro de Asuntos Exteriores de Israel e historiador, Shlomo Ben Ami, ha sido uno de los expertos que han participado en las Jornadas Tecnológicas Telecable 2023. Con él hemos hablado sobre los cambios tecnológicos que afectan al panorama mundial y sobre los desafíos de la diplomacia en una era tecnológica marcada por la Inteligencia Artificial.
- En el desorden geopolítico mundial actual, ¿qué grado de influencia tiene la tecnología?
Creo que la tecnología tiene una influencia abrumadora. Hoy la cuestión no es cuántos tanques tiene EE.UU. o cuántos tiene China; hoy tiene más que ver con el control de la industria de los semiconductores, de los chips.
Últimamente, Huawei ha estado bloqueada porque EE.UU. ha presionado a sus aliados para no transferir tecnologías de 5ª generación a China. Hace un par de semanas, hubo un punto de inflexión, al ser capaces de introducir sus propios semiconductores en sus smartphones. Esto representa una influencia importante para independizarse de las sanciones americanas, algo que preocupa a los chinos.
Ven que EE.UU. utiliza las sanciones económicas como estrategia para frenar a Rusia en Ucrania y temen que mañana lo hagan contra China. Para China las sanciones serían mucho mas dolorosas, ya que Rusia no está en la globalización y China, en cambio, sí. Es por ello que China invierte masivamente en la industria de semiconductores y han entrado en una carrera brutal en cuestiones de energía renovable, que también es muy tecnológica.
- ¿Qué papel juegan las empresas? ¿Tienen más poder que los estados? ¿Y cuál es la relación de las empresas con los estados?
El sistema tiene que venir desde la educación, los colegios, a través de inversiones de los gobiernos.
Esto no quiere decir que las iniciativas no tengan que venir también de las empresas. Pero, ¿se imaginan Sillicon Valley si no hubiese sido por las inversiones del gobierno americano en la Nasa? ¿O sin la inversión americana multibillonaria en industrias militares avanzadas? ¿Se imaginaban ustedes que Israel sería hoy el país del mundo con mayor número de startups en la bolsa de Nueva York solo por detrás de EE.UU.?
¿De dónde viene todo esto? ¿De la iniciativa de la empresa? En parte sí, pero también en gran parte de la inversión del gobierno en tecnologías avanzadas y en I+D. No hay que olvidar el papel de los gobiernos centrales, que deben tener esa capacidad de crear la infraestructura del desarrollo digital y tecnológico.
- ¿Cómo puede la tecnología ayudar a las empresas a desarrollar su potencial en mercados internacionales?
Hay varios tipos de economía. Una es la economía del pasado que persiste, como el turismo, que siempre ha existido, pero no es una economía tecnológica.
Y todos los países que tienen materias primas son países pobres, como Nigeria, una potencia del petróleo.
Para los que no tienen materia prima, la alternativa es invertir en la gente, en la calidad humana y en la tecnología. Para la tecnología no necesitas materia prima, necesitas cerebro. Por eso, EE.UU., países europeos o Israel están avanzando en la tecnología, porque no tienen otra cosa.
- ¿Qué puede hacer una región como Asturias, con su potencialidad, en este contexto global actual de “montaña de dólares”? ¿Qué medidas concretas puede tomar?
Que Telecable pueda adquirir una empresa con más capital o que entre como socio o accionista no es del todo imposible.
Se requiere capital y capital humano; y aquí hay capital humano. También hay que exigir responsabilidades al gobierno central.
Hace unos meses, hubo una reunión de la OTAN con empresas de seguridad de defensa europeas. La ministra española no acudió como protesta legítima porque no habían invitado a ninguna empresa española. Y esto es responsabilidad del gobierno español: que la personalidad de su industria avanzada sea reconocida y no ignorada en un foro tan importante como el de la OTAN.
Esto salpica a Asturias y a cualquier comunidad autónoma española; si el país no ha sido tratado como igual en un foro internacional y ha llevado a una ministra a boicotearlo, eso afecta a la imagen de la industria avanzada en España. Es difícil para cualquier región española actuar en un vacío.
No olvidar que una sola persona, un “loco” con capacidad de liderazgo y que pueda mover montañas, cuya energía esté centrada en la digitalización de la región asturiana, lo puede conseguir.
Hablo de la experiencia israelí con Yossi Vardi; aquel “loco” que dijo que Israel tenía que ser una potencia de alta tecnología y nadie se lo creía porque hacíamos tomates y naranjas.
No es imposible poner presión sobre los gobiernos centrales, sobre las empresas. Tener capacidad de integrar cosas que ya existen y de buscar las oportunidades de las que uno puede hacer algo nuevo.
- ¿Podría contarnos algún caso de éxito tecnológico en Israel que sea extrapolable a empresas asturianas?
Yo creo que la clave está en los intercambios. No es necesario inventar la rueda; gran parte de lo que se requiere existe ya y se puede compartir.
Shlomo Ben Ami: “El futuro está en la innovación, no en el petróleo”
Es importante la colaboración en el mundo de la alta tecnología. En Israel, el 60 % de la exportación del país es alta tecnología. Y eso lo produce una parte muy pequeña del mercado laboral porque no requiere un exceso de mano de obra.
Yo pienso que se podría colaborar más. Porque el futuro está en la innovación, no en el petróleo, aunque siga un tiempo.
Por ejemplo, en Silicon Valley, las empresas americanas se han beneficiado de las inversiones masivas que EE.UU. realizó en la industria espacial. De ahí han venido muchas de las innovaciones que luego se han adaptado a la industria civil.
Ahora, Alemania acaba de invertir una suma muy importante en misiles contra misiles. Aquellos que hoy trabajan en esa tecnología, mañana pasan a la industria civil y hacen otras cosas basadas en esas tecnologías.
- La ciberseguridad es, a día de hoy, uno de los temas que más preocupan a las empresas, sean locales, nacionales o internacionales, ¿cuáles son los peligros y los desafíos a los que se enfrentan?
Sí, la ciberseguridad es la guerra de estos días. Me imagino que ocurre en España también; aquí cada día hay decenas de miles de ataques cibernéticos que son parados.
Hay dos tipos de ciberdelitos: defensivos y ofensivos. En ambos, Israel está bien posicionado. Y seguro que hay avances también en España; países que tienen buena relación pueden compartir estos conocimientos.
- En el desarrollo tecnológico de las últimas décadas se han vivido unas sonadas burbujas que han provocado impacto en las economías de las principales potencias y, por efecto dominó, en el resto del mundo. ¿Hay riesgo de una burbuja respecto a las tecnologías hoy en día?
En los años 2000, hubo una burbuja de empresas de alta tecnología, que fue la mayor crisis.
Hoy se habla menos de esto y más de cierta recesión que proviene de una falta de inversiones a través de todo el mundo.
En el propio Israel, este año ha habido una reducción del 60% en inversiones de capital riesgo. Un país que proyecta estabilidad política y seguridad jurídica atrae inversiones. Cuando no hay esa sensación, hay menos inversión.
Creo que esto es algo coyuntural y no necesariamente una burbuja parecida al colapso del año 2000.
- ¿Cuáles son los grandes retos de la diplomacia internacional en la actual era de transformación tecnológica y digital?
Esto es una nueva era.
La guerra nuclear entre las grandes potencias era una “era de paz” porque existía un equilibro. Pero ¿cuál es el equilibrio en una era cibernética? Es muy difícil de definir. Cuando Putin intervino en las elecciones en EE.UU., igual no lo hizo el gobierno ruso, sino algún grupo de hackers. ¿Como lo controlas?
Tenemos que poner nuestras energías en inventar la diplomacia de equilibrio de paz en tiempos de Inteligencia Artificial.